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Editorial: Siempre Hay Otro Cartel del Narcotráfico...

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David Borden, Director Ejecutivo

David Borden
Fue un día de suerte para la DEA y de mala suerte para un narcotraficante. El famoso narcotraficante, Javier Arellano-Félix, jefe de una de las principales organizaciones de tráfico de cocaína del mundo, fue preso en el mar cerca de la costa mexicana por la Guardia Costera de los EE.UU. Ahora, él puede recibir prisión perpetua por una incriminación de 2003 por tráfico de cocaína.

Hay muchos motivos además del tráfico de drogas para apartar este hombre - su cartel es una parte importante de la violencia del tráfico de drogas que plaga la región de Tijuana y que ya ha dejado 1.500 muertos. Algunos de los asesinatos han sido inenarrables en su pura horripilancia. La organización fue responsable por el infame asesinato del Cardinal Juan Posadas Ocampo en 1993 mientras aguardaba para encontrar a un funcionario papal que llegaba al aeropuerto de Guadalajara.

Pese a que no lamentemos la pérdida de libertad de Arellano, hay mucho que lamentar en el sistema que lo volvió posible, un sistema que en su impacto, si no en sus intenciones, ha dejado tantas muertes y seguirá haciendo lo mismo en el futuro. Los traficantes de cocaína y sus secuaces no matan a las personas porque están drogadas con cocaína; las matan porque es parte del negocio - ganar plata - en esta empresa criminosa lucrativa. Sabemos de larga experiencia que retirar a un señor del narcotráfico, aun desmembrar una organización del tráfico entera, apenas lleva al crecimiento o al establecimiento de una nueva, sin ninguna reducción en la cantidad de cocaína absorbida por el mercado. Los funcionarios de la DEA reconocieron esto aun mientras celebraban su captura de alta visibilidad - ellos aun predijeron que ello resultaría en violencia, ya que los traficantes rivales luchan para llenar el vacío que la captura ha creado.

El narcotraficante más famoso fue quizá el constructor del cartel de Medellín, Pablo Escobar, muerto en una lluvia de balas de las fuerzas del gobierno que actuaban bajo el liderazgo del fiscal general Gustavo de Greiff. El comentario público de de Greiff fue mucho más clarificador de lo que debería esperarse de la DEA. De Greiff explicó en los medios que no pasaría nada en el flujo de la cocaína, el cartel de Medellín sólo sería reemplazado por otro grupo de caracteres, la respuesta es... la legalización. Claro que eso no les gusta a la DEA y sus jefes en el Departamento de Justicia. (Haga clic aquí para saber qué dijo de Greiff en nuestra conferencia de 2003 en México.)

Entonces, en tanto que los capitanes de la DEA seguirán celebrando los frutos por semanas o meses, las víctimas de la prohibición de las drogas seguirán sufriendo y muriendo innecesariamente. Porque siempre hay otro cartel, otro líder listo y a la espera, otro vendedor o intermediario dispuesto a disparar un arma para conseguir su parte.

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