Skip to main content

Reportaje: La CAMP tiene una pequeña ventaja sobre los cultivadores de marihuana californianos

Submitted by traducidio on

El otoño ha llegado y con ello la labor anual de la ley por todo el país para erradicar el cultivo de marihuana al aire libre. En ninguna parte el esfuerzo es más elaborado o impresionante que en California, donde la Campaña Contra el Plantío de Marihuana (CAMP, sigla en inglés) ha estado dirigiéndose hacia el campo para acabar con los cultivos de marihuana desde 1983. La CAMP, una amalgama de 110 agencias federales, estaduales y municipales de la ley, anota grandes números todos los años, pero hay pocos indicios de que el programa cause algún impacto sobre el precio o la oferta de marihuana en California.

El año pasado, los invasores de la CAMP confiscaron más de 1.6 millón de plantas de marihuana, la mayoría de ellas de grandes jardines acurrucados dentro de parques y florestas nacionales del estado. Este año, el total será considerablemente más alto, de acuerdo con la CAMP.

foto de la CAMP (calguard.ca.gov)
"Nuestra cuenta de plantas es definitivamente más alta este año y aún nos faltan algunas semanas”, le dijo la agente especial de la Agencia de Represión a los Estupefacientes y vocera de la CAMP, Holly Swartz, a la Crónica de la Guerra Contra las Drogas. “Hasta este momento del año, estamos en 2.49 millones”.

Los datos parecen impresionantes a primera vista, pero no tanto cuando comparados con las estimativas de la producción de marihuana al aire libre en el estado. De acuerdo con La producción de marihuana en los Estados Unidos [Marijuana Production in the United States (2006)] del investigador y analista de políticas John Gettman, que contó con estadísticas oficiales del gobierno para llegar a sus cálculos, el 1.6 millón de plantas que la CAMP erradicó era menos de 10% de los 17.4 millones de plantas plantadas.

Igualmente, aunque la CAMP se jacte orgullosamente de que, a lo largo de su historia de un cuarto de siglo, ella haya erradicado $27.6 billones en plantas de marihuana, Gettman sitúa el valor del cultivo al aire libre del año pasado solamente en $12.3 billones. (No importa por el momento que la CAMP valore todas las plantas en cerca de $4,000, en tanto que Gettman las calcula abajo de $1,000.)

Aunque la CAMP no pueda afirmar que causa un impacto considerable en la producción californiana de marihuana, tampoco puede presentar pruebas de que sus labores hayan incrementado los precios o disminuido la oferta. “No evaluamos ni los precios ni la oferta”, reconoció Swartz, la vocera de la CAMP, mientras insistía que el programa estaba surtiendo efecto. “La mayor parte de los jardines es administrada por organizaciones mexicanas del narcotráfico y extirparlas debe causar impacto”, dijo.

“Nadie ha visto nada ni sobre el precio ni sobre la oferta de esta gente durante mucho tiempo y, que yo sepa, por aquí los precios han estado firmes por una década”, dijo Dale Gieringer, director de la NORML California.

“Lo que logran es virtualmente nada”, dijo Bruce Mirken, director de comunicación del Marijuana Policy Project de San Francisco. “El número de plantas que han conseguido erradicar ha aumentado doce veces en una década, con todo la marihuana es con diferencia el cultivo comercial número uno en el estado. Si se trata de quitar la marihuana de las calles, este fracaso es tan estrepitoso como cualquier programa que ya se haya visto”.

foto de la CAMP (calguard.ca.gov)
Pero la CAMP también está protegiendo la seguridad pública, dijo Swartz. “Es una enorme amenaza a la seguridad pública”, dijo. “Hay gente que disfruta de las tierras públicas y se topa con organizaciones del narcotráfico y personas armadas”.

La CAMP ha confiscado un total de 34 armas hasta este momento del año, una ligera alza con relación a las 29 confiscadas en 2006.

La amenaza no es sólo al público, dijo Swartz. “Desde mediados de los años 1990, todos los años hubo disparos durante por lo menos un allanamiento a los jardines”.

La CAMP lo ha provocado, dijo Mirken. “La CAMP ha alejado a los cultivadores hacia las colinas, literalmente”, dijo Mirken. “Se puede decir con seguridad que todo esto de que se quejan – cultivar en las florestas, en zonas selváticas – es el resultado directo de sus labores. Todo lo que hacen es agravar los problemas que acompañan la producción de marihuana, los cuales podían ser resueltos si la tratáramos de la misma manera que tratamos el sector vinícola de California”.

“En verdad, este problema de las enormes plantaciones en la floresta nacional ha despegado desde 2001 y sospecho que tiene que ver con los operativos en la frontera que han estado sucediendo”, dijo Gieringer. “Creo que algunos grupos mexicanos hallan más fácil cultivarla allí. Ha habido un crecimiento realmente espantoso en el número de plantas que ellos han estado erradicando y será aún más alto este año”.

Pero el recurso al uso de tierras públicas de parte de los cultivadores de marihuana es anterior a esta década y fue impelido por las tácticas rigurosas de guerra contra las drogas de una generación atrás, señaló Gieringer. “Todo este problema empezó durante el gobierno Reagan, con las leyes de confiscación de bienes que aprobaron. Antes, la gente cultivaba en su propia tierra”, dijo. “El cultivo en las florestas es uno de los frutos de esa estrategia agresiva de represión”.

Pero a pesar de la aparente ineficiencia y de las consecuencias imprevistas de la CAMP, el programa no está sufriendo ninguna amenaza a su existencia. En parte, es porque ello es relativamente económico. De acuerdo con Swartz, la hacienda californiana pagó solamente $638,000 para financiar la CAMP el año pasado, mientras que la DEA y el programa Área de Alta Intensidad de Tráfico de Drogas (HIDTA, sigla en inglés) contribuyeron con otro $1.4 millón y la Guardia Forestal con $20,000.

“No es una enorme cantidad de dinero del estado, pero costearía a un montón de estudiantes cuyas tarifas de matriculación son aumentadas todos los años para que ingresara a la Universidad de California”, dijo Mirken. La cifra tampoco incluye los recursos y el tiempo del personal que las entidades municipales de la ley están invirtiendo en el programa, observó.

“No es tan caro”, dijo Gieringer, “especialmente porque, en general, no les importa cazar, arrestar y procesar a la gente”.

En sus más de 475 redadas el año pasado, la CAMP arrestó a un total de 27 personas. Swartz no tenía cifras sobre los arrestos para este año.

Hay otro motivo por el cual la CAMP parece casi irrelevante, dijo el supervisor de la Comarca de Mendocino, John Pinches. Mendocino es parte del famoso Triángulo Esmeralda del estado, donde el cultivo de marihuana ha sido un sector de la economía municipal durante décadas.

La CAMP no engendra la misma hostilidad entre sus bases, dijo Pinches, en parte porque no parece surtir ningún efecto sobre el sector número uno de la comarca. “El cultivo de marihuana está descontrolado aquí”, dijo. “Contratamos a consultores económicos para analizar nuestra economía y descubrieron que dos tercios de ella son el negocio de la marihuana. Con la marihuana medicinal, los carnés y los proveedores, ello está floreciendo a lo loco. Los negocios legales no logran contratar a empleados; no consiguen competir con los cultivadores que pagan $25 ó $30 por hora a los podadores”, dijo.

Pero Pinches, que a principios de este año fue autor de una resolución aprobada en la Junta de Supervisores que pedía la legalización, la tasación y la reglamentación de la marihuana, dijo ahora que votó en participar de la CAMP. “Siempre había votado contra la CAMP; la llamaba el mejor sistema de mantenimiento del precio del gobierno para cualquier cultivo en el país”, dijo Pinches. “Pero ahora está tan fuera de control con jardines de decenas de miles de plantas que casi somos forzados a hacer algo”, dijo. “Con todo, la CAMP atrapa un porcentaje tan pequeño del cultivo que apuesto que ciervos y cerdos salvajes cogen más que la CAMP y lo hacen gratis”, se mofó.

Para Pinches, una situación en que el cultivo comercial más grande y el sustentáculo económico de su comarca también es el blanco de labores seguidas, aunque ineficaces en su mayoría, de represión legal es alucinante. “Esto es lo que me inspiró a redactar esa resolución que mandamos a todos nuestros congresistas y al presidente”, dijo Pinches. “¿No aprendimos nada de la época de la Ley Seca? Ya se la ame, ya se la odie, ya es hora de legalizar la marihuana”.

Parece que ésa es la única manera por la cual la CAMP será detenida. Como señaló Swartz: “Somos la ley. Imponemos la ley. Si cambian la ley, cambiarán nuestras actividades, pero, hasta entonces, vamos a imponer la ley”.

Permission to Reprint: This content is licensed under a modified Creative Commons Attribution license. Content of a purely educational nature in Drug War Chronicle appear courtesy of DRCNet Foundation, unless otherwise noted.

Add new comment

The content of this field is kept private and will not be shown publicly.
This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply.