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Reportaje: Más allá de 2008 – Sociedad civil mundial le dice a la ONU que es tiempo de arreglar las políticas de drogas internacionales

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La semana pasada, unos 300 delegados que representan a organizaciones de todo el espectro de las políticas de drogas se reunieron en Viena para el Foro de ONGs Más Allá de 2008, una labor para proporcionar el aporte de la sociedad civil a las políticas de drogas mundiales. Fundándose en una serie de reuniones regionales el año pasado, el foro hizo parte de una campaña corriente para reorganizar la agenda de políticas de drogas de las Naciones Unidas mientras la organización mundial forcejea con su plan para los próximos 10 años.

el edificio de la ONU que abriga a la Comisión de Estupefacientes en Viena (vista interior)
En 1998, la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU (UNGASS, por su sigla en inglés) sobre la droga dictó una declaración que esbozaba su estrategia de 10 años para “eliminar o reducir considerablemente” el cultivo de marihuana, coca y adormideras. “Un mundo sin drogas – ¡podemos hacerlo!” fue el lema adoptado por la UNGASS hace una década. Ahora, con la revisión de los 10 años postergada hasta marzo que viene, está claro que la burocracia antidroga mundial no puede afirmar que ha logrado sus objetivos y la sociedad civil aprovecha la oportunidad para intervenir en busca de una nueva dirección más pragmática y humana en las políticas de drogas mundiales.

La reunión de las ONGs, que incluyó a grupos del tratamiento de la toxicomanía, de la prevención, de la concienciación, de reforma de las políticas de drogas y de los derechos humanos de todo el mundo, resultó en una resolución que será presentada a la Comisión de Estupefacientes (CND, por su sigla en inglés) de la ONU en su encuentro del marzo próximo. En ello, la Comisión de Estupefacientes va a redactar la próxima estrategia mundial de 10 años de la ONU para la cuestión de la droga.

De las nueve regiones del mundo, apenas Norteamérica envió dos delegaciones. La primera, que se había reunido en San Petersburgo, Florida, en enero, excluyendo de propósito a grupos de la reducción de daños y reforma de las políticas de drogas, era la delegación “oficial”, la cual representaba a organizaciones prohibicionistas intransigentes aliadas al Gabinete de Política Nacional de Fiscalización de Drogas (ONDCP, por su sigla en inglés) de EE.UU., como la Drug-Free America Foundation y las Community Anti-Drug Coalitions of America (CADCA, por su sigla en inglés), la Asociación de Agentes Antidrogas de California y la Asociación Nacional de Profesionales de Juzgados de Delitos de Drogas.

El segundo agrupamiento norteamericano, que había celebrado su reunión regional en Vancouver en febrero, incluyó a docenas de organizaciones en la reforma de las políticas de drogas y la reducción de daños, bien como grupos de tratamiento, prevención y rehabilitación. Entre las organizaciones de la reunión de Vancouver que fueron a Viena estaban el Proyecto de Reforma de la Legislación sobre la Droga de la ACLU, Students for Sensible Drug Policy, Virginians Against Drug Violence, Law Enforcement Against Prohibition, la Coalición de Reducción de Daños, Break the Chains y el Institute for Policy Studies.

De muchas formas, la reunión de tres días en Viena fue un debate entre los norteamericanos con las ONGs de las otras ocho regiones que, en su mayoría, habían acordado un abordaje reformador y reduccionista de daños. Y, sorprendentemente, por primera vez en un evento de la ONU, los prohibicionistas se encontraron en una minoría distinta.

Tras tres días de discusiones a veces acaloradas, la declaración unánime de las ONGs en Más Allá de 2008 pidió:

  • Reconocimiento de “los abusos de derechos humanos contra los consumidores de drogas”;

  • Políticas de drogas comprobadas que se concentren en la “mitigación de los daños de corto y largo plazo” y en el “pleno respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales”;
  • Que la ONU informe las consecuencias colaterales del actual abordaje basado en la justicia penal a la droga y proporcione un “análisis de las consecuencias imprevistas del sistema de fiscalización de drogas”;
  • Abarcadoras “revisiones de la aplicación de sanciones penales en cuanto medida de fiscalización de las drogas”;
  • Reconocimiento de la reducción de daños en cuanto respuesta necesaria y valedera a la toxicomanía;
  • Un cambio en el énfasis primario de la interceptación al tratamiento y prevención;
  • Alternativas a la reclusión;
  • El dispositivo de ayuda al fomento de agricultores antes de la erradicación de cultivos de coca o adormidera;
  • Admisión de que los jóvenes representan una proporción considerable de los consumidores de drogas en todo el mundo, que son afectados desproporcionadamente por las drogas y las políticas de drogas y que deberían estar involucrados activamente en la instauración de las políticas de drogas mundiales.

“Logramos un conjunto de declaraciones de lo que la gente del mundo cree que las políticas de drogas deberían parecer”, dijo Graham Boyd del Proyecto de Reforma de la Legislación sobre la Droga de la ACLU. “Llegamos a un consenso sobre un conjunto de políticas que es bien diferente de lo que hemos visto hasta el momento. Es una divergencia de la interceptación, de los arrestos y de la reclusión y una convergencia que incluye nociones como derechos humanos y reducción de daños”.

Fayzal Sulliman (Red de Reducción de Daños de África Subsahariana), Stijn Goossens (Red Internacional de Personas que Consumen Drogas), Kris Krane (Students for Sensible Drug Policy)
“Elaboramos un conjunto bien estupendo de sugerencias respecto a la dirección que la ONUDD y la CND deberían tomar en la próxima década”, dijo Jack Cole, director ejecutivo de LEAP. “Me pareció maravilloso. Es un documento consensual”, observó Cole. “Aunque eso quiera decir que cualquier cosa con que no todos estuvieron de acuerdo no entró, también significa que todas las personas allá estuvieron de acuerdo con lo que sí entró. Por eso estoy tan satisfecho con esto. Al fin, logramos estar de acuerdo en cosas buenísimas”.

“Creo que logramos bastante”, dijo Lennice Werth de Virginians Against Drug Violence. “Fue muy importante la postura del resto del mundo y, por las reuniones regionales, se hizo evidente que todos los demás mencionaron la reducción de daños y la despenalización del consumo de drogas como objetivos. Al fin de las reuniones, el mundo entero se recostó y vio las dos facciones estadounidenses resolviendo la cuestión a puñetazos. Se hizo evidente que el mundo entero ve la luz, salvo estos intransigentes en Estados Unidos”.

“Fue un baño de realidad buenísimo para los prohibicionistas estadounidenses”, dijo Sanho Tree del Institute for Policy Studies. “Nunca han sido forzados a sentarse en una sala con tanta gente que ha evolucionado mucho más allá de ellos. Un verdadero despertar. E hicimos que algunos de ellos entablaran conversación con nosotros y descubrimos que tenemos mucho en común. Eso aísla la salida intransigente”.

“La comunidad de las ONGs está unida al insistir que la ONU y los países miembros respeten los derechos humanos de los consumidores de drogas y que se debe redactar todas las estrategias sobre las drogas en el espíritu de las declaraciones de los derechos humanos”, dijo Kris Krane, director ejecutivo del SSDP. “Si es adoptado por las Naciones Unidas, esto puede causar un impacto profundo en muchas partes del mundo en que los consumidores de drogas son tratados rutinariamente como infrahumanos y sometidos a un tratamiento que sería impensable aun en el contexto de las políticas de drogas represivas de Estados Unidos”.

“Hemos logrado unos triunfos importantes”, dijo Frederick Polak, quien hablaba como integrante de la ENCOD, la Coalición Europea por Políticas de Drogas Justas y Eficaces. “Pero la cuestión central para la ENCOD y sus 150 organizaciones es poner las políticas alternativas de fiscalización de las drogas en la agenda de la CND y de los países individuales. Ya no es aceptable que las políticas de drogas simplemente no sean discutidas por los gobiernos y en la ONU, por lo menos no en lo relativo a los legisladores”.

A ese respecto, dijo Polak, Más Allá de 2008 no hizo lo suficiente. “Progresamos poquísimo en poner la legalización y regulación en la agenda y solamente en el sentido de que la mayoría ahora tiene ciencia de que la cuestión ‘está en suspenso’ en Viena”, dijo.

El regateo entre la margen prohibicionista y el resto de las ONGs no sólo impidió la adopción de un texto más abiertamente antiprohibicionista, dijo Polak, también evitó la discusión de más propuestas a favor de políticas alternativas de fiscalización de las drogas, incluso una presentada por la ENCOD.

Pero entre aprobar una resolución de la sociedad civil y hacerla adoptar por la burocracia antidroga mundial hay una enorme distancia. Ahora que Más Allá de 2008 ha redactado sus resoluciones, la meta es hacer que cause algún impacto sobre las deliberaciones de las entidades de la ONU en materia de drogas el año que viene. Eso involucra no solamente comparecer a Viena, sino también inculcar en los gobiernos nacionales que necesitan seguir lo que la sociedad civil les dice.

“Fue el primer cuarto de un juego a que aún le faltan tres”, dijo Boyd. “Pero nos salimos bien en el sentido de que, hasta esta conferencia, las ONGs no tenían un lugar en la mesa cuando se trata de discutir las políticas de drogas internacionales. Lo que esto significa es que cuando el país se reúna y reevalúe las políticas de drogas internacionales en los próximos meses, sabremos que las ONGs de todos sus países les han realmente convocado a reevaluar la dirección que están tomando”, prosiguió.

“Esto va a proporcionar tracción en pro de la reforma del sistema internacional de fiscalización de las drogas y es aún más poderoso que fuera un documento consensual”, dijo Tree. “Los prohibicionistas estaban tan marginados que tuvieron que consentir. Algunos aun abrieron sus oídos y escucharon. Hemos abierto la puerta para abordajes de políticas de drogas como reducción de daños, salud pública, regulación y terminar con la locura de echarles la culpa a otros países por nuestra demanda”.

“Ahora necesitamos asegurar que se escuchen nuestras voces”, dijo Boyd. “Parte de eso es simplemente aparecer en Viena, pero también hablar con los representantes de nuestro gobierno nacional y garantizar que nos representen de veras. En nuestro caso, nuestro gobierno nacional no ha mostrado mucha empatía por las opiniones que hemos adoptado, pero somos una sociedad democrática, entonces espero que incluyan nuestros puntos de vista”.

Los reformadores también deben seguir atacando la prohibición de las drogas, dijo Polak de la ENCOD. “La teoría de la prohibición es la de que disminuirá la producción, la oferta y el consumo de drogas. Con todo, en realidad, ha logrado lo contrario y, además, ha creado violencia, corrupción y caos que ahora destruyen millones de vidas. Es seguro decir que la teoría de la prohibición ha resultado ser falsa”, dijo.

“En cualquier otro campo de las políticas, se explorarían métodos alternativos, pero en las políticas de drogas internacionales, la consideración de las políticas alternativas es tabú”, prosiguió Polak. “Con este argumento, los activistas de las políticas de drogas deben intentar convencer a la opinión pública y a los políticos en su país de que hay una necesidad urgente de un estudio concienzudo y racional de las políticas alternativas de fiscalización de las drogas”.

“Esto puede ser de balde”, dijo Werth, reconociendo el ritmo lento del cambio en la ONU y la incertidumbre respecto a la ocurrencia efectiva del cambio o no. “Pero parece que no. La ONU sigue un ritmo vagaroso, pero sabe que no logró un mundo sin drogas y, cuando tome providencias, socavará la pandilla encargada de las políticas de drogas en este país”.

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