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Reportaje: Cultivo Afgano de Adormideras Atinge Récord Mientras Aumenta la Violencia

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Las cosas no están bien en Afganistán. En una admisión desconcertante de que centenas de millones de dólares gastados en la tentativa de erradicar el cultivo de adormideras del país había logrado poca cosa, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) anunció el sábado que el cultivo afgano de adormideras de este año tuvo un alza de “asombrosos” 60% sobre el año anterior y rendirá un récord de 6.100 toneladas este año, llevando a un excedente global en el mercado negro de la heroína.

El opio es el espinazo de la economía afgana, respondiendo por algo entre 35% y 50% del producto interno bruto, y el opio afgano es el espinazo del tráfico global en narcóticos, respondiendo ahora por 92% de la producción global ilícita total, de acuerdo con la UNODC.

equipo de erradicación de la adormidera (foto del informe del Consejo Senlis, sección de fotografías)
Mientras tanto, los efectivos estadounidenses y las fuerzas de la OTAN, que asumieron las operaciones en el sur intranquilo del país a principios de este año, están siendo muertos en un nivel récord mientras los rebeldes del Talibán y de la Al Qaeda, revigorizados por los lucros ganados con el tráfico de opio, están llevando la batalla a los extranjeros y el gobierno que ellos mantienen. Y en un reflejo del aumento del rol de la OTAN, por primera vez, las bajas de la OTAN están acompañando el paso de las bajas estadounidenses. En lo que se está volviendo el año más sangriento hasta ahora para los ocupantes de Afganistán, 73 efectivos de la OTAN y 74 soldados estadounidenses han sido muertos hasta el momento. El año pasado, el segundo más sangriento desde la invasión estadounidense hace casi cinco años, 99 efectivos estadounidenses y 31 de la OTAN fueron muertos en combate.

“Las noticias son muy malas. Hoy día, en la frente de la adormidera en algunas de las provincias de Afganistán, nos enfrentamos a un estado de emergencia”, le dijo el director de la ONUDD, Antonio Maria Costa, a una rueda de prensa en Kabul tras presentar los resultados de su sondeo del cultivo al Presidente Afgano Hamid Karzai. “En las provincias del sur, la situación está fuera de control”.

En la provincia sureña de Helmand, presente semillero de actividad del Talibán, el cultivo tuvo un alza de asombrosos 162% y responde por 42% del cultivo afgano total de adormideras, dijo la ONUDD. Costa le dijo a la rueda de prensa en Kabul que la OTAN debe aumentar su rol en el combate al tráfico de opio, especialmente en el sur, donde está ayudando a fomentar la insurgencia del Talibán.

“Necesitamos medidas mucho más fuertes y enérgicas para mejorar la seguridad o temo que vayamos a enfrentar una situación dramática de fracaso en regiones, distritos y quizá aun provincias en el futuro cercano”, dijo Costa.

Pero aunque a fines de esta semana los comandantes de la OTAN hayan pedido urgentemente más efectivos en el sur, ellos tienen poco interés en luchar la guerra a las drogas. La posición oficial de la OTAN es que su orden es de manutención de la estabilidad y de la paz, no antinarcóticos.

Pero, hay la presión de los estadounidenses y británicos que intentan hacer dos guerras simultáneamente, la guerra contra el terror y la guerra contra las drogas. El alto oficial antidroga estadounidense en Afganistán, Doug Wankel, le dijo a la rueda de prensa que la necesidad era urgente. “Este país puede ser derribado por este problema de las drogas”, les dijo a los reporteros. “Hemos visto lo que puede salir de Afganistán, si se regresa al 11 de Septiembre. Obviamente, los EE.UU. no quieren ver aquello nuevamente”.

Pero, los analistas consultados por la Crónica de la Guerra Contra las Drogas advirtieron que intentar aplastar la economía del opio y luchar contra el Talibán al mismo tiempo es una receta para el desastre. “Paradójicamente, cuánto más van detrás de la producción de opio, tanto más ellos fortalecen el lazo entre el Talibán y la población y los traficantes”, dijo Vanda Felbab-Brown, investigadora en la Institución Brookings y la Facultad John F. Kennedy de Asuntos Gubernamentales de la Universidad de Harvard. “Es un dilema difícil. No puede haber progreso fundamental sea en el problema de los narcóticos, sea en la estabilización en general, a menos que tratamos de esta insurgencia”, le dijo ella a la Crónica.

“Ahora, el Talibán se ha vuelto más integrado en la producción en el sur más una vez”, explicó Felbab-Brown. “Tras 2001, ellos fueron echados del tráfico de drogas porque estaban en fuga y porque las fuerzas estadounidenses y de la coalición no estaban yendo detrás del tráfico de drogas. Pero ahora, los traficantes necesitan alguien para protegerlos, para asustar a los equipos de erradicación y la presencia del estado, y el Talibán les está dando esta protección. También está explotando la erradicación”, dijo la experta en drogas ilícitas y el conflicto militar. “Ellos están entregando volantes que dicen cosas como ‘Somos el Talibán. ¿No es horrible que Karzai, bajo la presión de los infieles extranjeros, esté intentando destruir nuestros cultivos? Ahí tiene el número de nuestro teléfono celular. Llámenos’. Entonces, ahora el Talibán no está solamente lucrando financieramente, también está logrando la fidelidad de la población al proporcionarle protección”.

“Las cosas están un poco fuera de control porque muchas cosas que pasan en Irak y en el Oriente Medio quitan la atención de las superpotencias a Afganistán, entonces los intrusos tienen más oportunidades de acelerar sus actividades destructivas e ilegales”, dijo Raheem Yaseer, vicedirector del Centro de Estudios Sobre Afganistán en la Universidad de Nebraska-Omaha. “Al mismo tiempo, la coalición y el gobierno Karzai están demasiado ocupados luchando contra el Talibán y la Al Qaeda para concentrarse en la erradicación”, le dijo él a la Crónica.

“El Talibán está adentrando áreas en que hay cultivo de adormideras y ellos reciben el apoyo de los agricultores cuyas plantaciones fueron destruidas o amenazadas”, prosiguió Yaseer. “Así, los traficantes y cultivadores tienen un poco más de libertad que suelen tener. Por eso el negocio está floreciendo para los traficantes de drogas. Hay demasiadas frentes que tratar y la erradicación es apenas un frente”.

Es difícil lograr soluciones. “Nadie sabe cuál es la respuesta”, reconoció Yaseer. “De aquellos billones de dólares que ellos están gastando, necesitan usar parte de ello para compensar a los agricultores y crear otros empleos y proyectos. La gente en las provincias no tiene empleo y tiene hambre y los terroristas le ofrecen dinero para que se junten a ellos. La gente se vuelve hacia el Talibán, los terroristas y los narcotraficantes porque ahí está el dinero. El gobierno y la coalición no pueden competir con el dinero que los narcotraficantes ofrecen. Y no ayuda en nada que exista tanto nepotismo y envolvimiento de funcionarios importantes en el tráfico. Eso solamente dificulta más la imposición de las leyes sobre las drogas. Muchos funcionarios del gobierno están apoyando al tráfico, no combatiéndolo”.

los artículos del traficante de opio (foto del editor de la Crónica Phil Smith durante su visita de Septiembre de 2005 a Afganistán)
"Sin lugar a dudas muchos funcionarios del gobierno son cómplices en el tráfico, pero concentrarse en los individuos es un error”, observó Felbab-Brown. “No se trata de los individuos, sino de factores estructurales profundos como la falta de estabilidad, seguridad y el desarrollo económico. Quienquiera que esté en el poder, ya sea honesto o corrupto, tendrá que confrontar a estas cuestiones. Los honestos confrontarán al hecho de que no hay nada, excepto cultivar adormideras, para gran parte de la población. La única manera de hacer la erradicación ahora es a punto de tiro y así no se llevan a cabo políticas legítimas y aceptadas. La erradicación forzada genera la inestabilidad y la oposición del pueblo, y los políticos ambiciosos en el sur se aliarán al Talibán”.

Para Felbab-Brown, todo se trata de hacer la contrainsurgencia bien. “Es crucial aumentar el número de las fuerzas, aumentar la presencia de efectivos y la entrega de ayuda”, dijo ella. “Es difícil entregar ayuda durante una insurgencia activa, pero es vital. También necesitamos paciencia, especialmente en la cuestión de los narcóticos. La gran presión en pro de la erradicación prematura que viene de Washington y las organizaciones internacionales precisa ser resistida. Necesitamos más dinero, más efectivos, más desarrollo. ¿Esta comunidad internacional está dispuesta a proporcionar estos recursos?”

Ser paciente con la economía del opio está aproximarse del abordaje correcto, dijo Ted Galen Carpenter, un analista de relaciones exteriores y políticas de drogas junto al Instituto Cato, de tendencia libertariana. “La única solución es la que nadie en cualquier cargo de influencia en Washington o las capitales de la OTAN quiere considerar – la legalización de las drogas”, le dijo él a la Crónica de la Guerra Contra las Drogas. “Eso quitaría los lucros del mercado negro del tráfico de drogas. Es la solución final. Si ellos no piensan en la legalización, lo mínimo que pueden hacer es hacerse de la vista gorda cuanto se trata del tráfico de drogas. Eso funcionó en el Perú en los años 1980, cuando los generales peruanos resolvieron que ignorando el cultivo de coca acabaría con el apoyo a Sendero Luminoso. Algo similar necesita suceder en Afganistán, tanto si lo admiten o no. Si hablan en serio sobre prevenir más rebotes del Talibán y la Al Qaeda, necesitan librarse de la guerra a las drogas”.

Intentar hacer tanto la guerra contra el terror como la guerra contra las drogas socava las políticas estadounidenses en el país, debatió Carpenter. “Hay una inconsistencia fundamental en la estrategia estadounidense de construcción del país en Afganistán. La meta principal es socavar el Talibán y la Al Qaeda, pero el problema es que si ellos van trás del tráfico de drogas, alienan a una gran parte de la población y fortalecen el apoyo al Talibán. Aun intentar procesar la guerra contra las drogas allí socava la meta principal de los EE.UU. en Afganistán”.

Nuestro grupo europeo de abogacía y desarrollo, el Consejo Senlis, ha propuesto durante casi un año que el cultivo afgano de adormideras sea autorizado, legalizado y desviado hacia el mercado medicinal legítimo. El Consejo Senlis fue un fuerte crítico de las políticas occidentales esta semana.

“Enormes cantidades de dinero han sido gastadas en operaciones militares grandes y costosas, pero tras cinco años, el sur de Afganistán es más una vez un campo de batalla por el control del país”, dijo el director ejecutivo del Consejo Senlis, Emmanuel Reinert, mientras anunciaba la publicación de un nuevo informe sobre el renacimiento del Talibán. “Al mismo tiempo, los afganos tienen hambre. Los EE.UU. han perdido el control en Afganistán y, de varias maneras, ha socavado la nueva democracia en Afganistán. Yo creo que podemos llamarlo de fracaso, y un fracaso tal que sus consecuencias terribles deben preocuparnos a todos. Las políticas estadounidenses en Afganistán han recreado el abrigo del terrorismo que la invasión de 2001 visaba destruir”.

Pero la propuesta de autorización del Consejo Senlis está logrando poco respeto o tracción y probablemente no vencerá, dijo Yacer. “No creo que la propuesta del Consejo Senlis llegue muy lejos”, dijo Yaseer. “Hay todo tipo de oposición a cualquier legalización. Los grupos religiosos no la apoyarán, los legisladores no la apoyarán. También hay cuestiones serias sobre si ello simplemente abriría más locales de cultivo y tráfico”.

Preguntas, preguntas. Hay muchas preguntas en Afganistán, pero pocas buenas respuestas.

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